lunes, 13 de mayo de 2013

Las democracias actuales: burdos disfraces del fascismo


El fascismo es una doctrina política que encontró asidero en los inicios del siglo XX en la conformación de diversos partidos y movimientos políticos en gran parte de los países europeos básicamente como estrategia de las burguesías nacionales para mantener o hacerse del poder político y mantener el status guoeconómico que poseían y para enfrentar, a su vez, a los brotes populares del socialismo surgidos con el ejemplo de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

Si bien esta doctrina se originó en pleno desenlace de la Primera Guerra Mundial lo que naturalmente resaltó más sus verdaderos postulados, con el transcurrir del tiempo el fascismo ha evolucionado hacia formas más sutiles e imperceptibles siendo su principal promotor el gran capital internacional. Es el capitalismo que encuentra en el fascismo una forma de reorganizarse a fin de protegerse.
Esta transfiguración ha permitido que muchos de sus partidarios lleguen a altos escalones políticos en diversos gobiernos del mundo siendo apoyados por las masas oprimidas ¿por qué? ¿Por qué los obreros, los pobres, se unen a la burguesía para levantar y sostener un gobierno fascista?
Sencillo: el fascismo utiliza la mentira, la demagogia, para engañar a grandes sectores del pueblo cansados o decepcionados de las formas de vida que desarrollan. Como un camino posible es la revolución (y la revolución socialista) la burguesía manipula con sus discursos y hacen creer que velarán por los intereses de todos y evitan así que se desarrolle un proceso de transformación que termine por enterrar su confort basado en la explotación de la mayoría.
Para lograr este fin, las élites fascistas utilizan todos los medios de comunicación posible y diseminan a través de ellos una propaganda estratégicamente diseñada. Pero no sólo es una cuestión del discurso: el fascismo genera toda práctica de guerra en contra de aquello que amenaza a los burgueses.
Tales prácticas pasan necesariamente por entorpecer el buen funcionamiento de la economía de una nación. Siendo ellos los que tienen el poder económico pueden hacerlo con gran facilidad. En Venezuela tenemos un claro ejemplo: el golpe petrolero del 2002. Habiendo sido expulsados de la actual empresa del Estado PDVSA reagruparon sus fuerzas en otras compañías.
Debemos tener en cuenta que la burguesía nacional se generó principalmente de la renta petrolera y de las importaciones. Muy poco interés tiene en desarrollar la producción nacional ya que ésta golpea sus modos de generación de ingresos que para nada tienen en cuenta el desarrollo equitativo y justo del pueblo.
La explicación del dramaturgo y poeta alemán, Bertolt Brecht, nos será de gran utilidad para esclarecer el asunto:

El fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa. Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?(…)Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países. (Extraído del texto titulado “Las cinco dificultades para decir la verdad”).

De esta manera, puede entenderse que el fascismo es un brazo del capitalismo, una estrategia de las burguesías para mantener el sistema y asegurar su principal objetivo: la acumulación del capital producto de la explotación de las mayorías.
En este sentido la democracia, tal y como está establecida en gran parte del mundo, que en realidad es la democracia burguesa, sólo es una máscara, una fachada con la que las élites económicas se protegen y legitiman sus acciones fascistas: violencia permanente y de toda clase contra los explotados que, naturalmente, se afianza contra los rebeldes, los insurrectos, los insumisos. Para decirlo más acentuadamente: La democracia burguesa es la forma más sutil en que se presenta el fascismo actualmente.
Estas democracias no resuelven en absoluto el meollo del asunto político: la igualdad social, pues ésta pasa, necesariamente, por establecer mecanismos que generen igualdad en la capacidad de producción en condiciones justas. Sólo en una Revolución Socialista se intenta encontrar el camino para propiciar esto. Pero el establishment buscar cerrar todas las puertas a la construcción de ese otro modelo posible.
Pocos pueblos en el mundo tienen la posibilidad de elegir entre dos sistemas políticos antagónicos. En Venezuela no sólo tenemos esa oportunidad sino que, a pesar de todos los obstáculos, estamos entrando en una fase de construcción real y material de ese otro sistema que es el socialismo y cuya materialización pasa por el nacimiento de las comunas.
La batalla por la construcción de un verdadero modelo democrático pasa, entonces, por quitarle la máscara a esas estructuras acomodadas y establecidas cuyas auto-denominaciones simplicistas engañan a muchos incautos. Ésta es una tarea impostergable.
Oswaldo Galet 

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